Recuento de daños

Privado con Gerard Daaé.

No había pasado más de una semana desde el atentado de Ahome sobre la ciudad de Londres. Vanessa siente un terrible dolor en sus músculos, nunca olvidará la batalla que entabló para defender lo poco que podía defenderse del centro inglés. Caminó por los escombros en un pasillo estrecho, pateando una piedrita que luego desapareció en las penumbras.
Sacó su teléfono celular de su bolsillo. No tenía señal para enviarle un mensaje a Odisea de los daños en la zona oeste donde sucedió el conflicto. El cielo seguía lleno de humo como ese día... aún recuerda los gritos desgarradores de dolor de las personas, el sufrimiento que desgarraba su piel, la fría muerte acariciando su sedoso cabello...
La noche no se hizo esperar, la luz intensa del atardecer se perdió entre los destruidos edificios. Una rata chocó con su pierna, parecía que algo la perseguía. Vanessa la tomó con sus manos con suma delicadeza, acariciando su pelaje tan suave y blanco. ―¿Qué pasa? Pequeña― Le preguntó a la rata. ―Parece que alguien te quería cazar.―
 Los perros no son especialmente reconocidos por ser sigilosos y ocultos, siempre harán ruidos propios que son imposibles de ignorar. La Luna iluminó la figura de un can bastante conocido para Vanessa. Ella lo observó durante unos segundos fijamente. La rata saltó al suelo y escapó como si se la fueran a comer.
Escuchó rumores acerca de que la figura frente a ella había huido del terrible destino de ser humillado en un lugar donde todos lo aceptaban... donde él era especial... donde se crío con su madre... donde marcó su vida para siempre. ― Me sigues pareciendo repugnante con esa forma de perrito tierno... ¿Qué haces aquí?― Suspiró ― ¿Qué haces... aquí? Gerard―